En mi primer viaje a la India me enfrente a las sensaciones desconcertantes de tantas contradicciones, la miseria frente el lujo, el dolor frente a la alegría. Un día caminando por las calles de Nueva Delhi vi un cartel de una iglesia que invitaba a seguir a Dios para alcanzar el cielo, pero entre el lector y el cartel había unas alambradas sobre un muro que protegía la iglesia. Me choco otra vez la disparidad de la invitación y la barrera que me impedía acceder, por eso al volver pinté lo que tenía ganas de hacer en aquel momento: apartar las almbradas con mis manos.
viernes, 6 de marzo de 2009
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